jueves, 15 de septiembre de 2011

Una adicción llamada “Amor”

A propósito de San Valentín, o día del amor y la amistad en nuestros países latinos. He recordado una definición que vi alguna vez para aquello llamado “amor”:
Cuando se está “enamorado”, el nivel de dopamina, una hormona y neurotrasmisor cerebral puede aumentar hasta 7000 veces su cantidad, al estar acompañada de la oxitocina, hormona responsable de la pasión sexual y de la feniletilamina, responsable del entusiasmo, esta mezcla termina por bloquear aspectos de la lógica y la razón.
Así es, y tal vez lógico resulte que los poetas hayan intentado durante siglos describirlo como aquel fuego que no quema, e incluso a veces hiela las entrañas, no obstante la realidad es que este proceso forma parte de una reacción ligada a estímulos de: alimentación, sexo, procreación, y supervivencia. Y además no se genera en el corazón sino en el cerebro.
Aquellas fantasías desbocadas de los recién enamorados, en las cuales se atribuyen atributos extraordinarios al otro, son resultado de los altos niveles de endorfinas, unos neurotransmisores opioides, sumado a la segregación de la feniletilamina, un amino similar a la anfetamina, muy presente en el chocolate, de ahí la sensación del “enamorado” que se siente casi drogado, cuando está junto a su pareja. El riesgo es que esto puede causar adicción, que deriva en patologías del sistema nervioso. Lo que comúnmente llamaríamos “adictos al amor” o “personas que aman demasiado”
Todo este torrente de respuestas químicas del cerebro, aumenta el deseo sexual, genera arrebatos sentimentales, falta de sueño, apego, y en extremo angustia, depresión, tendencias compulsivas y síndrome de abstinencia cuando se pierde el vínculo con el objeto del deseo.
Esta actividad cerebral como toda alteración en los niveles hormonales del sistema nervioso, puede ser evaluada, catalogada, fechada, y es el propio cerebro quien procura regresar a su estado natural y funcional. Nos aproximamos a la parte dramática para algunos “adictos al amor”. Transcurridos 2, 3, o hasta 4 años, esta atracción bioquímica decae dramáticamente, la atracción disminuye, y muchas parejas deciden separarse o permanecer en el hábito de brindarse tibias manifestaciones de afecto, compañerismo, costumbre, agradecimiento, y tolerancia.
Pero no olvidemos que el cerebro ya ha probado la más placentera de las drogas, y en algún rincón esta latente aquel enamorado dormido, presto a lanzarse a una nueva aventura.
A propósito de San Valentín o el día del amor y la amistad. ¿Tú cerebro como está?

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cromosoma Y, Una diferencia microscópica?

XX = Mujer
XY =Hombre
Parecería mínimo, una simple letra, pero esa microscópica diferencia, ha definido la forma en la que nos relacionamos e interactuamos con nuestro entorno y nuestros semejantes.
Hombres con cerebros mas grandes y mujeres con mayor cantidad de conexiones cerebrales, por supuesto nada tiene que ver esto con la inteligencia, realmente en términos de capacidad cognitiva la diferencia resulta casi irrelevante; sin embargo, en la sexualidad, y sus diversas expresiones, gran pilar de nuestra especie. Se origina una verdadera polémica.
La doctora Louann Brizendine, y otros reconocidos neuropsiquiatras, se han dado a la tarea de adentrarse en la estructura cerebral de la mujer y el hombre descubriendo interesantes aspectos del comportamiento humano.
Como que los hombres pensamos en sexo, tres veces mas que las mujeres, o que en fracción de segundos, podemos decidir que una mujer nos interesa sexualmente. No obstante al final de la vida, ambos cerebros funcionan de forma semejante.
Estas sutiles diferencias empiezan a aparecer desde la misma gestación, momento desde el cual ya empezamos a utilizar circuitos cerebrales distintos en el procesamiento de la información.
Nuestros inexplicables arrebatos frente a un timón, la fijación con el futbol u otros deportes, nuestra inclinación hacia el cine violento, y el deseo constante de competir. Frente a la capacidad comunicativa de ellas, su habilidad para percibir las emociones del otro, su sensibilidad; no es otra cosa que la forma en que nuestro cerebro ha sido cableado. Y si…la simple “Y” tiene mucho que ver, inundando nuestro organismo de testosterona y moldeando nuestro cerebro, haciéndonos competitivos y luchadores. En ellas por otra parte serán los estrógenos, quienes actuaran sobre las zonas del lenguaje, y las emociones.
El Resultado: los hombres señalamos a las mujeres de ser demasiado emocionales y ellas nos reprochan ser poco demostrativos.
Por supuesto falta un gran camino por recorrer, pero mientras logramos entender esa compleja estructura llamada cerebro, comencemos por aceptar que la genética nos ha hecho diferentes.