lunes, 28 de mayo de 2012

Deja Que La Frustración Te Impulse

La naturaleza del ser humano es competitiva y básicamente compite para sobrevivir, en un enfrentamiento con sus semejantes y con la naturaleza. Reproducción, linaje, alimentación, trabajo; todas estas en pro del individuo. Por eso cuando no logra alcanzar sus objetivos en la medida calculada, siente frustración.
 La frustración no es más que la decepción consigo mismo, o con las expectativas depositadas en otros; esta genera una significativa carga emocional y por supuesto, cada persona tiene diferentes umbrales de tolerancia a ella.
Se puede inferir fácilmente en la frustración una condición negativa y dañina ¿pero lo es?
Desde niños estamos probando nuestra capacidad para obtener resultados, desde las necesidades básicas de supervivencia en los primeros días de vida; hasta lograr lo que llamamos autonomía en la vida adulta. No obstante, las metas continúan, por ende también la frustración persiste.
La habilidad para interrelacionarse, hacerse profesional, conseguir una pareja, formar una familia, tener una vivienda, un automóvil, una vida plena y demás; es una lucha constante en la cual rivalizamos con nosotros mismos y nuestras limitantes.
Algunas personas se estancan en sus propias frustraciones, se dan por vencidos; se sienten extenuados y pausan su andar. Por el contrario otros aprender de sus desaciertos, se motivan y usan la frustración como un impulsor adicional para mejorar. Combaten al monstruo e incluso lo utilizan en su favor.
La presión social es cada vez mayor, pero también cada vez hay mas personas, que alcanzan el éxito. Infortunadamente el éxito es a veces es caprichoso y mientras algunos avanzan hacia la meta, otros corren angustiados en busca de la partida.  
¿Pero que pasaría si no sintieras frustración? seguramente irías tropezando por el mundo, sin llegar a ninguna parte y aun así sintiéndote pleno.
Cuando esa sensación de vacio que llamamos frustración, no logra derrotarnos; es cuando nos tornamos exigentes con nosotros mismos. “Esta vez, lo haré mejor”
Claro está, que las metas y objetivos deben lindar siempre con los límites de la lógica, y esa lógica incluye distinguir nuestras habilidades, fortalecerlas; correr el riesgo de hacer. Pero al mismo tiempo tener conciencia de nuestras limitantes, aceptarlas y convivir con ellas.
Algunos acontecimientos sin duda son traumáticos, pero ¿que harás? ¿Te sentaras y lamentaras el resto de tu vida?
Vivir es recorrer un camino pedregoso. Pero te aseguro que si sientes frustración, es tan solo por que dentro de ti, está la capacidad de hacer las cosas mucho mejor,
Por ejemplo: Si sufriste un desengaño amoroso, eso solo indica que puedes tener a tu lado alguien mejor, quizá alguien que colme en buena medida tus expectativas de pareja; del mismo modo ocurre en tu trabajo y en tu vida cotidiana.
Si la frustración emerge es simplemente, un campanazo que indica que te quedaste corto en tu objetivo, y frente a ti hay una maravillosa oportunidad de hacerlo aun mejor.
Así que reflexiona si últimamente, te has sentido triste, enojado, deprimido, ansioso; si te abruma lo que está pasando a tu alrededor.  Y utiliza esa frustración como una fuerza impulsora que te saque de ese estado.  
No abandones tus proyectos, por el contrario modifícalos, mejóralos; no actúes como un niño caprichoso en busca de una golosina. La satisfacción instantánea no existe, todo en la vida requiere esfuerzo y es para hacerte fuerte.
Una cara amarga no cambiará un mal día. Tampoco confundas tus deseos con necesidades, a veces estos sobrepasan la lógica y es ahí donde el umbral de la frustración desaparece.
Sé paciente, pero no pasivo. No corras buscando escapar de tus frustraciones en los bares y cantinas, donde generalmente no hay soluciones.
No te embriagues del problema, respira profundo, evalúa tus opciones, toma el riesgo y actúa.

La frustración no es un punto de llegada…es un punto de partida.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Corrupción Política

A lo largo de la historia humana, la corrupción política ha tenido diversos nombres y representantes. Este arte de echar a perder una nación, pervertir la sociedad, viciar el estado es aplicado por la mayoría de gobernantes y la dimensión del problema que  genera es incalculable; los efectos desastrosos de esta práctica son apreciables en cada esquina de cada ciudad, ventas ambulantes, miseria, delincuencia, miedo.
Muchos gobierno en lugar de contrarrestar este flagelo, lo alimentan, lo promueven a través de la manipulación y la transgresión de las normas racionales de una sociedad, usando el poder en beneficio propio y el de su ralea.
¿Es la corrupción un mal endémico?
Tal vez, puesto que el bien colectivo siempre estará en yuxtaposición del bien individual, y en ocasiones esta correlación se tensa demasiado. Respetar los bienes colectivos sin duda es provechoso para todos, pero de hecho si no existieran estos bienes generales no habría nada de lo cual aprovecharse, infortunadamente para que una sociedad crezca como tal, se requiere del aporte de todos y es aquí cuando la mano del corrupto no puede resistir la tentación.
La política de la brutalidad, bastante extendida a lo largo del mundo, el fin del terror a través del terror, ha sido una falsa práctica de algunos gobernantes para ocultar su rostro corrupto, haciendo sufrir a la sociedad aun más; generando postración social y atropellos que se propagan de diversas formas.

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martes, 1 de mayo de 2012

La Culpa

La culpa es un sentimiento que activa gran número de enfermedades físicas y psicológicas, por tratarse de una emoción negativa que requiere reparación.
Una persona puede sentirse culpable e interpretar que no actuó conforme a sus expectativas y  valores, de modo que siente haber cometido una falta, que le impide continuar creciendo como persona.
Aquellos que sienten culpa y propenden por un castigo se ven así mismos como  personas de menor valía, precisadas a sufrir por sus acciones, sin evaluar objetivamente el contexto o darse cuenta que el acto por el cual se culpan, era el único proceder en ese momento de sus vidas.
No obstante, el sentimiento de culpa impulsa a intentar reparar esos errores, y desarrollar un adecuado discernir entre responsabilidad y falta, la primera como capacidad para afrontar las consecuencias de la conducta, y la segunda como causa de daño a otros o a si mismo.
La culpa es una evaluación del juicio, entre lo hecho y lo que debió ser. En algunos casos conduce a ideas de castigo, y en cuanto a la culpa ajena, deseos de venganza.
Sin embargo, debemos entender que las cosas son como son y no siempre nuestro ideal, entendiendo este ultimo, como el resultado de las experiencias que nos permiten dilucidar lo que se debe hacer y lo que no.
Por supuesto, no podemos ser inflexibles en cuanto a nuestros valores y creencias, ya que esto generaría una vida demasiado rígida, difícil de sobrellevar.
La culpa está directamente relacionada con la autoestima, siendo antípoda de ella, es decir a mayor culpa menor autoestima.
Es importante distinguir el conjunto de costumbres, normas sociales, autoridad, respeto y admiración, que se transfiguran en una construcción subconsciente que exige   acatamiento. De ella deriva lo que a lo largo de la vida experimentaremos como culpa o autoestima.  
La culpa se origina desde la infancia temprana, en las primeras experiencias de rivalidad con los padres, y familiares cercanos, cuando germinan sentimientos de celos y envidia. De este modo el individuo aprende a mitigar el sentimiento de culpa proyectándolo sobre las personas más allegadas, quienes son las que mas le reprochan.
Pero en la mayoría de los casos el sentimiento de culpa, proviene del concepto del deber no satisfecho en su momento, ni de fondo o forma; puesto que la búsqueda de todo ser humano es cumplir sus ideales, sean familiares, laborales, de pareja, sociales, entre otros.  
Con todo, lo que fue ya no se puede modificar o reparar, por tanto debemos vivir con ello, dejar las culpas de lado, hacer el duelo y continuar; sobre el entendimiento de que toda persona debe amarse y respetarse a si mismo, para poder hacerlo con los demás. Y en este proceso y la búsqueda de satisfacer necesidades físicas, emocionales o espirituales; tomaremos decisiones que traerán consigo conflictos y en algunos casos sentimientos de culpa, aun así, este es un derecho inalienable, saber que no somos perfectos, que cada día estamos creciendo; aceptar esa imperfección y perdonarse.