sábado, 21 de enero de 2012

Violencia Psicológica en la Pareja

Algunos comportamientos impulsivos, al interior de la relación de pareja; en la mayoría de los casos no son interpretados por los miembros de la misma como agresiones. De forma absurda, algunas personas llegan a considerar, incluso, que se trata de ofensas menores con el interés de ayudar a la pareja o hacerla reaccionar ante una situación errada.
El ser humano, a través de las experiencias de pareja va experimentando y modelando formas de amar, acordes a sus necesidades y forma de percibir el mundo; es decir mientras el individuo va madurando y viviendo sus respectivas etapas, también la forma de amar se transforma, desde los arrebatos adolescentes hasta sentimientos pausados, menos emotivos, y más independientes. Sin embargo, en algunas relaciones es inevitable encontrar cierta carga de hostilidad en nombre del amor; esto como un reflejo, de la forma como los padres educan a sus hijos, con necesarias reprimendas, regaños, castigos en pro de la formación. No obstante, cuando estas conductas se desbocan; aparecen los insultos, ofensas, agresiones, exigencias desmedidas, reproches.  Y la ambivalencia entre el amor y el odio, termina por inclinar la balanza a favor del segundo.
El inconveniente parte, de las señales mal interpretadas por los miembros de la pareja; los celos, las conductas controladoras, llamadas constantes, falta de espacio, exigencias sexuales, cuestionamientos, chantaje emocional y expresiones humillantes; llegan a considerarse parte del amor y de la forma de dar afecto.
 En muchas culturas se reconoce la violencia física o sexual como tal, pero se excluye la psicológica, la cual puede llegar a ser más sutil y difícil de detectar: palabras hirientes, mentiras, gritos, insultos, burlas, sarcasmo, desvalorizar a la otra persona, deteriorar su propio valor o desconocer su aporte en la relación.
Este tipo de maltrato, afecta en forma directa la autoestima y el desarrollo emocional; lo cual es perjudicial en cualquier etapa de la vida. Generando desconfianza y rechazo, que se continúa alimentando en el día a día de la relación hasta destruirla por completo y en el peor de los escenarios, llegando hasta la violencia física.


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