Ser un triunfador es convertirse en un intérprete idóneo de las diferentes variables que enfrentamos a diario, y llegar a tornar en hábito la forma de ver el mundo desde la perspectiva del logro. Ser un triunfador es ver oportunidades donde otros no lo hacen.
Los grandes visionarios inscriben en sus genes la directriz del avance continuo, del riesgo constante; llegan a sacarse el miedo de encima y van en procura de nuevas metas todo el tiempo, que les permitan mejorar su calidad de vida y la de quienes los rodean. Compran y venden el concepto del éxito, lo visten como un abrigo que puede protegerlos en épocas turbulentas, crean nuevas opciones. Para un triunfador lo imposible no existe, porque la duda no forma parte de su programación mental. Enfrentan el peligro, emprenden nuevos caminos, instituyen alianzas con otros como ellos y si la oportunidad no está a la vista, encuentran la forma de crearla. El triunfador jamás piensa en que tiene demasiado, dado que sabe que su propio éxito es el impulso para otros, reconoce su liderazgo y lo asume con una energía que emana constantemente de su ser, y crea en él, una necesidad inquebrantable de crecimiento.
La claridad y visión de un triunfador es admirable, a veces parecieran tener el toque del rey Midas en todo lo que hacen, pero realmente su gran tesoro es la predisposición a tomar decisiones, claro está, siempre dentro de un riesgo calculado. Esto no es producto del azar, puesto que el triunfador ha tomado su experiencia y conocimiento para mejorarse a si mismo, para interpretar mejor que otros las opciones, el camino a seguir, las diversas variables.
Quedarse a la zaga no es una opción para quien tiene el éxito como bandera, no considera que la vida es dadivosa simplemente porque si, por el contrario enfrenta la realidad, la reta, la toma en sus manos y moldea. No se sienten afortunados, sino que se saben capaces, exigiéndose mejorar todo el tiempo. Un triunfador no nace con estrella, va por ella, la hace suya, adquiriendo y desarrollando el hábito de la excelencia, convirtiéndolo en parte de sus sentidos.
Lo mejor, el éxito no está destinado para un grupo privilegiado, cualquiera puede alcanzarlo. Toda persona puede ser un triunfador, debes convencerte de ello.