Si hay una característica que define la vida es que constantemente avanzamos, es imposible detenerse siempre vamos a algún lado. Incluso la muerte, al igual que el nacer es de algún modo llegar a otro lugar. En ese avance vivimos experiencias, algunas se presentan novedosas y agradables, otras no tanto. Y en algunos casos, lo que hemos vivido debe quedar en el pasado. Esa es la consecuencia del movimiento constante.
El vivir implica generar apegos: por las personas, los lugares, las experiencias vividas, los buenos momentos. Pero como en cualquier viaje, no todos nos dirigimos hacia el mismo destino; algunos descenderán antes, otros ya habían establecido otra ruta, incluso algunos no llegaran a donde planearon. Por supuesto, sentiremos nostalgia al saber que nuestro viaje continúa y esas amistades, afectos y camaraderías no nos seguirán acompañando. Entonces aparecerán otros y nos sentiremos contentos, pero en este viaje todo es incierto y tampoco sabemos si ellos seguirán con nosotros.
Bien, esto ocurre para dejarnos una enseñanza, y es que bajo cualquier circunstancia debemos continuar nuestro camino, seguir avanzando. Y esas personas que van yendo y viniendo, viviendo y muriendo, estando y partiendo; aparecieron ahí para dejarnos una enseñanza. Porque su presencia física se irá diluyendo con todo el pesar que esto genere, empero, su afecto, comprensión, solidaridad y cariño; seguirán como un legado que nos entregan.
Puede sonar crudo, pero es demasiado simple aunque no lo parezca: la añoranza no revive a las personas, no paga tiquetes de avión, no reactiva sentimientos, ni deshace errores. Tampoco la maquina del tiempo será inventada, por eso la mayor necedad de una persona es seguir atascada en el pasado; añorando lo que un día pareció ser maravilloso, gratificante y pleno. Por tanto, el único camino que queda es valorar el recuerdo y la enseñanza recibida.
De cuando en cuando se puede dar una ojeada al pasado, para mirarlo con los ojos que corresponde; como aquel archivo de memorias en las cuales encontrar algún recuerdo, que pueda resultar útil y aplicable a lo que vivimos en este momento llamado presente. El cual a su vez es tan efímero, que cuando tecleo para decirte esto, ya se ha convertido en pasado. Recuérdalo estamos en movimiento constante.
Vive de la satisfacción de lo que hiciste, no te apalees por los desaciertos; mira a tu alrededor ¿Te sientes solo? Descuida, ya vendrá alguien para hacerte compañía. Sigue siempre tu camino, no hagas estaciones de las que no te sientes seguro, ni desciendas para establecerte por simple nostalgia o capricho. No olvides que es tu vida lo que está en juego.
No te encadenes a nada, no cargues grilletes por gusto; ni te aferres a la banca cuando incluso el piloto ha descendido. No compares lo que fue tu vida, porque es un recuerdo vago e impreciso que jamás podrás alcanzar. Afronta y disfruta lo que la vida te plantea, y encuentra en ello lo gratificante; toma todo lo que puedas. Entiende que en breve también será pasado, tan solo maravillosos recuerdos. Agradece a Dios, o en quien tú creas, el haberte permitido vivirlo, y enfila tus pasos hacia el único que lugar que puedes ir: hacia adelante. Recuerda la vida es un avanzar constante.
No evoques con nostalgia el pasado. Si, pudo ser maravilloso. Pero jamás podrás vivir lo mismo dos veces, este es el premio de la exclusividad llamada vida. Las emociones y sentimientos se hacen nuevos cada instante, cada vez que tomas un nuevo respiro eres otro, alguien que incluso se va dejando a si mismo.
No cargues tantas piedras, mucho menos tan pesadas; a donde te diriges no vas a necesitarlas. No te hagas daño con recuerdos, puedes tomar un reloj y devolver sus manecillas, pero el tiempo seguirá siendo exactamente el mismo. No lo olvides solo puedes ir hacia adelante.
No sientas culpa por lo que pudo haber sido, deja el recuerdo y la culpa en el mismo sitio. Acepta que la vida te plantea retos y constantes decisiones, que se trata de ti siempre andando.
Acepta tu realidad tal como sobrevenga, haciendo lo posible por mejorarla; no juzgues la vida en términos de justicia, la realidad es tan justa como tú mismo la concibas, como procures hacerla para tu propio caso.
Acepta la vida como un viaje constante, con sus altas y bajas; comprende que todo el tiempo estás aprendiendo. Asume siempre una actitud proactiva, mira el pasado solo como un archivo informático; habitúate a los cambios. Ten confianza en el futuro, olvidándote de lo que te aqueja, te molesta o te inhibe. Recuerda, en un premio estar vivo y poder seguir avanzando.
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