Cumplir o no un determinado objetivo, parte de la capacidad innata de cada individuo para elegir entre sus opciones y depende en gran medida del deseo, y la decisión de llevarlo a cabo.
A diferencia de los actos instintivos o de reflejo, como: comer, descansar, dormir, y demás; los cuales parten de procesos naturales indeliberados. En las acciones que parten de la voluntad, están implícitos procesos cerebrales conscientes, sometidos al juicio de la razón, entre ellos encontramos:
La motivación, que es el estimulo para actuar, la inquietud de impulsarse de un punto a un punto b, con el fin de alcanzar una meta.
El razonamiento, que incluye datos del entorno, nivel de necesidad; factores favorables o de contraposición, que impulsan el actuar o no.
La decisión, que aparece toda vez que se han evaluado pros y contras de una situación, es el punto de arrojo; cuando decidimos que lo haremos.
El actuar, en esta etapa de la fuerza de voluntad, es cuando sobreviene la conclusión del objetivo, y la posterior obtención de frustración o satisfacción, según el resultado.
La fuerza de voluntad está afectada por rasgos propios de la personalidad, que aparecen en menor o mayor medida a lo largo de la vida, como son: el tesón, la persistencia, la pasión, la seguridad. Son estos, factores determinantes de la fuerza de voluntad.
Los individuos con una fuerza de voluntad férrea, difícilmente se doblegan hasta lograr sus objetivos; por el contrario quienes no han conseguido robustecerla, se ven frenados constantemente por sentimientos de confusión, frustración, dispersión de las ideas, y falta de objetividad. Sin embargo, sea frágil o dinámica, la fuerza de voluntad, marca el sentido de existencia de cada individuo, sus objetivos y calidad de vida.
Las personas con una fuerza de voluntad férrea, se dejan guiar por sus propias metas, no dependen del entusiasmo de otros para lograrlas; porque sus objetivos están bien definidos. La inseguridad, y la baja autoestima no forman parte de su lenguaje cerebral, ni se aferran a quimeras inalcanzables. Incluso, las deficiencias físicas, pasan a segundo plano, para una persona con una firme voluntad; juzgándose como alguien capaz de prevalecer por sobre cualquier obstáculo.
La fuerza de voluntad junto al carácter dado desde el nacimiento, conforman los rasgos más relevantes de la personalidad; la adaptación a los cambios, el control de las emociones y la toma de decisiones.
La fuerza de voluntad es el escudo protector de los deseos; evita que estos sean impulsivos, irracionales. Tornándolos cercanos a una humanidad socialmente avanzada, dando tiempos lógicos y pautas necesarias en la consecución de las metas.
Es la fuerza de voluntad lo que nos hace: humanos.
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