La libertad es ese algo incierto, que suponemos parte de nuestra autónoma elección. Sin ninguna clase de presiones propias o externas, que alteren su resultado final. ¿Pero cuan relativa puede resultar esa enorme valía llamada libertad? Si está condicionada indefectiblemente, por lo que somos como especie social; siempre decidiendo dentro de un ramillete de opciones. En un camino de dos vías, en los cuales cada elección parece bifurcarse una y otra vez; además en algunos casos tales decisiones parecieran controladas por demasiados factores externos. La libertad se torna entonces en una meta, un objetivo; una lucha diaria, un algo que crece pero no basta para ser totalidad.
Visto desde el ámbito de la psicología, podríamos decir que la libertad se arraiga en el autocontrol, la autoestima y otros factores de una adecuada salud mental.
Cuando logramos vernos en nuestro espejo psicológico personal y reconocernos con todos nuestros matices; fortalezas, debilidades, objetivos y logros. Iniciamos un camino de metas alcanzadas, incluso si para ello, debemos dejar de lado, aquello que calculamos más placentero en ese momento. Por ello, el logro de la libertad exige esfuerzos, tal vez, por la enorme recompensa que significa alcanzarla. Y en esa búsqueda tendremos que batallar contra nuestras necesidades primarias, controlar impulsos básicos; hábitos, apegos y miedos; además de tener una alta capacidad de autocritica. Debemos desarrollar la habilidad de estar al margen de las tendencias, ir contra la corriente de ser necesario; cuestionar el entorno y concebir nuevos paradigmas. La libertad es quizá la herramienta más fundamental para el ser humano, de ahí que los gobiernos, los medios de comunicación y los grandes emporios económicos; se esfuercen por subyugarla, puesto que un hombre libre, es capaz de lograr lo que se propone, aun en contravía de lo establecido. Y la dependencia no cabe duda, es el instrumento de dominio preferido por los tiranos; que obligan al ciudadano común a renunciar a sus sueños, siendo más conforme cada día.
La perdida de la libertad individual, económica, política, académica y social; es la gran enfermedad de nuestra generación, una carga psicológica que llevamos a cuestas. Es evidente que un puñado de poderosos, controla el mundo de lacayos sin sueños en que nos han convertido. El individuo de hoy, ha perdido su capacidad de alcanzar objetivos, haciéndose dependiente en casi todos los ámbitos de vida. El afecto, dinero, tecnología; normas políticas, seguridad, calidad laboral; creencias, tendencias, moda, educación; todo pasa por una decisión involuntaria, una imposición, que se vuelve autoimposicion. Y cuando la libertad se pierde, llegando a semejante nivel de sumisión, resulta inevitable que la frustración lleve a conductas violentas, ansiedad, depresión, drogadicción, temor y muerte.
La falta de libertad es el aumento del temor, la incapacidad para sentirse calmo, la disminución de la ambición; la confusión, la ausencia de autocritica, la perdida de la creatividad; los pensamientos, ideas y frases impuestos por otros.
Para el individuo común, la libertad, tiene un valor ingente; es la sensación de saberse con el derecho actuar, conforme a su propio gusto y sentir, y es esta sensación símil en todas las personas. No obstante, cuando saboreamos una pizca de esa anhelada libertad, nos damos cuenta de cuan efímera parece; y de nuevo estamos atrapados en aquel laberinto de imposiciones. Retornamos a la masa, al colectivo, al duplicado social, y esto ocurre en cualquier ambiente laboral, familiar, académico y social. Dejamos de ser libres, y perdemos no solo la voluntad exterior, sino que algo dentro de nosotros cambia y es cuando nuestro ser interior expresa “esto es lo correcto, así debe hacerse”
Pero como todo, la esperanza es un hada vestida de verde, que siempre nos aguarda con una sonrisa; y para la libertad también existe. No dudemos jamás de nuestras capacidades, tomémonos un respiro, hagamos un alto; y con resolución busquemos el camino de nuestra libertad. Con la firmeza de vernos en nuestro espejo psicológico y saber que nacimos y somos libres; que los sueños, metas, ambiciones, anhelos y logros, están bajo nuestro señorío. Entonces seremos tan auténticos y genuinos, que saldremos de la masa para liderarla, dejaremos atrás el sometimiento; romperemos el molde que nos atrapa y de la mano de nuestra autoestima vendrán logros que jamás imaginamos.
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