La vida se fundamenta en la base de los valores, los mismos por los cuales una persona se guía y orienta sus actos. Exitoso o no tanto, cada individuo tiene un propósito definido y especial para él; un algo por lo que vive y se levanta cada mañana. Puede tratarse de un objetivo único o una serie de propósitos, pero cuando no se tienen metas la vida se torna intolerable.
El proceso de conformación de los objetivos se va desarrollando y moldeando a lo largo de los años; en la infancia son casi imperceptibles, en la adolescencia inician a esbozarse y en la madurez temprana se definen. No obstante, durante toda la vida pueden variar o reafirmarse algunos de ellos. En las personalidades provistas de madurez la dirección elegida es mucho más definida y perceptible, dotada de un sentido existencial o proyecto de vida; que permite llevar a cabo emprendimientos laborales, familiares, sociales, y empresariales.
La personalidad provista de madurez se distingue por el equilibrio consiente entre los diversos componentes de la personalidad; una adecuada capacidad de raciocinio y generalmente comportamientos distintivos como: autonomía; liberación de prejuicios, autocompasión, y autojustificación; claridad en los objetivos, conciencia del propio potencial, entre otros.
En una personalidad provista de madurez, el individuo puede compararse objetivamente con su entorno y sus semejantes, sin envidias o egoísmos; con humor y actitud positiva. Desarrollar una identidad critica, capacidad de análisis; estrategia de socialización, y educación formal o informal.
En el desarrollo de la personalidad y la madurez, está implícita la edad, puesto que con la experiencia se gana conocimiento; capacidad de observación, empatía, toma de decisiones, y aplicación por imitación. De igual modo se aprende a asimilar de forma consiente las frustraciones, sin adjudicar nuestros desaciertos a factores externos; entendiendo que estos parten del desconocimiento propio, la impericia, ambición exagerada o falta de ella; ligereza en las decisiones, intolerancia y temores.
No existe una fórmula para la personalidad provista de madurez, empero, algunos rasgos de comportamiento podrían considerarse característicos de ella:
Capacidad para reconocer las cualidades, valores, principios, actuar propio; con la misma objetividad que las debilidades, carencias y miedos.
Búsqueda de objetivos alcanzables, capacidad de adaptación, conciencia de las limitaciones y búsqueda de complementos para lograr objetivos.
Adecuado control de las emociones, integración efectiva entre impulsos y necesidades, con los diferentes estados anímicos, emocionales y afectivos y una reacción moderada y estable ante los diversos factores externos. Esto es conducirse la mayor parte del tiempo por las órdenes del cerebro evolucionado, y no dejarse llevar por impulsos primitivos.
No depender de otros para el cumplimiento de metas sociales, ser capaz de tomar decisiones autónomas, actuando conforme a nuestros propios criterios y valores; siendo consecuentes con nuestro pensamiento, sin transgredir las normas y leyes, a las cuales el individuo está socialmente supeditado.
Capacidad para evaluar desde una óptica realista aspectos positivos y negativos de la personalidad; desde la perspectiva de lo que está bien o mal. Con el propósito de mejorar y superarse permanentemente.
Ser consecuente con los objetivos, tener fuerza de voluntad; encauzar de manera adecuada el impulso anímico, en la búsqueda de objetivos. Asumir riesgos, aceptar responsabilidades; entender que toda acción trae consigo una reacción, y asumir el éxito o el fracaso con ánimo de crecimiento permanente.
Ser perseverante, enfocar un camino y avanzar sobre este; culminar lo que se inicia, evitar la dispersión en los proyectos, sin fabricar un mundo de fantasía inalcanzable. Corregir y hacer ajustes dentro del proceso de logro de objetivos, de llegar a ser necesario.
Adaptarse e integrase adecuadamente en sociedad, aceptar las normas de conducta, derechos y deberes propios y de los demás; pensar en el beneficio colectivo, trabajar en equipo, relacionarse con otros, y construir relaciones sobre la base de la amistad.
Ser creativo y autentico, desarrollar la individualidad dentro de la convivencia; aportar ideas innovadoras, ser ambicioso en el logro de metas. Saber que se puede dar siempre más, y mantenerse en la búsqueda de mejorar constantemente.
¿Piensas que estás en el camino de la personalidad provista de madurez?
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